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Me gustan los cabrones

 Me gustan los hombres que huelen como ellos mismos, me gustan los olores que puedo reconocer. Olfatear su cuello, y recordar un momento, guardármelo de manera celosa y posesiva para siempre; que aunque se vayan me dejen su olor. Me gustan los hombres mayores, atentos y formales. Me gustan los marihuanos, desentendidos, con rabia contenida. Me gustan los hombres con timidez, y los hijos de puta. Me gustan anchos del cuerpo, delgados, altos, con manos gruesas. Lo que más me gusta de los hombres, es que puedo ser libremente yo. Es que sé que son igual de perversos, que aunque lo escondan muy bien; sabemos que somos unos cabrones.  A veces pienso si lo que me gusta es la idea de un hombre según mi padre. O si los hombres de los que me he enamorado han sido una manera de demostrarme que no tengo un tipo. Que me gustan porque sacan en mi lo que contengo. Es como si pudieran abrir una caja y revisar su contenido. Algunos lo ven, otros ni siquiera se dan cuenta, algunos juegan y los ...
Entradas recientes

[Crónica] “Después del Orgullo” Marcha para exigir justicia por los transfeminicidios en San Luis Potosí.

Es viernes y hace calor. Llego a las 4:55 p.m. al centro de la Plaza de Tlaxcala, pero no hay nadie. Me siento a esperar y un lavacoches se acerca a preguntarme la hora. Le contesto, y además le hago otra pregunta: - Oye, ¿aquí es Tlaxcala, ¿verdad? - Si, es Tlaxcala, ¿por qué? - Porque vine a una marcha, y aquí decía el punto de reunión, pero no estaba seguro si era aquí. - ¿Por eso está la policía aquí? - Supongo. – Contesto. Y se marcha, curioso. A las 5:15 comienzo a ver en la esquina de la plaza a más gente vestida de negro. No estoy tan seguro, pero me encamino para sentarme por ahí. Veo algunas caras conocidas y entonces no necesito preguntar, sé por qué estamos aquí, prefiero el silencio. Para las 5:45 la esquina luce más llena. Hay medios digitales y tradicionales cubriendo la nota. Los periodistas se agrupan y la gente también. Llegan los representantes que convocaron a la marcha, que son integrantes de asociaciones LGBT. Yo esta...

A un año de fotografiar la escena drag en la vida nocturna de San Luis Potosí

Hace un año, comencé a fotografiar la vida nocturna y el movimiento drag en esta ciudad. Gracias a la experiencia que eso me ha traído, he podido conocer artistas increíbles, de ver performances espectaculares, y ser testigo de su crecimiento. Para mucha gente mi trabajo puede quedarse en eso: tomar fotos. Pero para mí, se trata de congelar el tiempo que quisiera que fuera eterno; ese segundo cuando la gente se olvida de su trabajo, de la política, de las críticas, de los miedos y decide ser libre, bajo el manto que solo la noche y la complicidad de otros ofrece. Es guardar los momentos que jamás se repetirán, cuando nosotros, que ahora somos jóvenes nos hayamos convertido en viejos; veremos como un recuerdo del momento en el que decidimos ser libres, inspirar a otrxs a serlo y ser valientes, en una sociedad que creíamos cerrada; pero que poco a poco se ha ido abriendo a la experiencia que ofrece la otredad que significamos. Fotografiar por un año es un trabajo de archivo histórico, es...

Atardecer en la ciudad

A veces me pregunto qué es eso que se siente cuando uno es testigo del atardecer, que es distinto de lo que se experimenta en los amaneceres; aunque es prácticamente lo mismo, si se mira moviendo un poco el orden en que suceden los acontecimientos.  Es avanzar hacia la oscuridad. O retroceder hacia la luz. Depende de cual considere uno el estado principal: la oscuridad o la luz. Pero el atardecer, especialmente el de los domingos, es una nube que atraviesa el sol. Es poner el dedo sobre el corazón y esperar que esa sensación que comienza por los pies y sube poco a poco mientras el sol baja, no te inunde por completo. A veces busco no sentirlo, fumo un poco. Las sensaciones son similares, pero dejan de ser tan desagradables. Si fumo un poco más entonces me pierdo de nuevo en mi cabeza, en mis pensamientos, olvido el atardecer. Pero a veces es necesario experimentar, para después pensar, y, por último: escribir. Uno no puede escribir mientras está viviendo. Detener una cerveza y tecl...

"Es que no conoce el mar"

Nací en una pequeña isla de Campeche, todos los fines de semana desde que tengo memoria, me ilusionaba ir a la playa. No importaba cuantas veces en la semana o el mes hubiéramos ido; me esforzaba porque fuera siempre una vez más. Tengo que reconocerle a mis papás y a mis hermanos la paciencia para aguantar a un niño de 6 años a las 8 am del sábado con el salvavidas puesto para hacer cumplir la promesa que la noche anterior mi papá, o mi hermano, o mi mamá o mis hermanas me habían hecho de llevarme a la playa si dejaba de insistir en ese momento. Sería un mentiroso si dijera que recuerdo los detalles específicos de la playa, pero la verdad es que volví a visitar la isla cuando ya había crecido y la playa no es nada atractiva, más bien es un poco turbia, desolada y poco turística. Pero esos son los hechos, en mi cabeza todo era distinto. Y recuerdo perfecto como podíamos pasar horas en la playa, incluso hasta oscurecer, y nunca me quería ir. Paradójicamente le guardo un terror increíble ...

Sigo esperando

De los hombres que amé, sigo esperando mucho que estén bien que sean felices que el viento que les da en la cara ahora los haga suspirar. Porque de los hombres que amé hoy solo me queda lo que quedo y si pudiera sacarme sus fantasmas entonces dejaría de existir de ser quien soy Damos por hecho el presente  recuerdo cuando decir te amo parecía eterno cuando parecía que nos iba a alcanzar para llegar al fin del mundo entendí que todo eventualmente termina pero sigo sin dejar de amar parece que el corazón es un músculo resistente y vivo y como tal quiere probarse que lo está     y la mejor forma de probarlo es asirse a otro corazón          y veremos como sigue esperando               mientras las luces se apagan y las esquinas de mis ojos se marcan.            

De las veces que uno dice adiós

La sensación de decirle adiós a algo o alguien que ha sido valioso para tu vida es similar al vacío. El vacío en sí no es bueno ni malo, depende de nuestra interpretación. Es bueno cuando nos da la oportunidad de tener espacio para poner ahí algo más lindo, mejor, más funcional, más valioso. Malo cuando eso a lo que le has dicho adiós no puede ser reemplazado. En cualquiera de los casos, es el paso del tiempo el que nos dirá hacia donde se inclina la balanza. Decir adiós es aceptar esta incertidumbre. Pero el hecho de aceptar, no te hace dejar de tener la sensación de ir hacia abajo en una rueda de la fortuna por primera vez. A veces dicen que decir adiós duele. Yo creo que no es por el adiós, sino por la imposibilidad de recuperar lo que tú eras en el pasado. Porque ahora ya eres otro. Esa relación, ese trabajo, esa experiencia te ha cambiado, y aunque regresara a tu vida no sería lo mismo que fue. Duele porque vas a extrañar ser así de pleno, feliz o simplemente estar cómodo. ...