Ir al contenido principal

La tristeza como la felicidad




¿Qué fue lo que le pasó a mis sueños? quizá por fin consiguieron erradicarlos. No sé quiénes fueron los responsables del asesinato. Seguro ni ellos mismos lo saben. A decir verdad, yo fui un cómplice. Dejar matar también te hace culpable.

Encaminé durante cierto tiempo esa energía vital que fluía de mi interior. Pero súbitamente se esfumó. Ya no había nada que exprimir o sacar. Ni siquiera una gota. Me descubrí tomando pastillas para sentir algo de nuevo. Nada. Solo vacío. Más vacío que antes.

Estaba sentado donde hace algunos meses me pasaba horas escribiendo. Y ahora solo hacía scroll en la pantalla de mi celular, viendo cuerpos perfectos y chistes insulsos. Ni siquiera la lectura me resultaba un tema. Pensaba en que algo llegaría tarde o temprano para mí. Tomaba café y a veces una copa. Hasta que no pude seguir con la cuenta y entonces pagué hasta mi último peso. No tenía dinero ni siquiera para regresar después de la frustración de seguir esperando.

Esperar es uno de los grandes causantes del asesinato de mis sueños. Esperaba que me pasara algo para escribir una gran historia, pero no hacía nada por provocarlo. Seguía con mi rutina; desayunando saludable y comiendo con medida. Sin salir de casa, y escuchando otras grandes historias que me hacían llorar o acaso sentirme peor por saber que, sin tener nada qué contar, ya estaban en streaming a nivel mundial.

Había estado bebiendo más que de costumbre y drogándome como si fuera un requisito para vivir (y quizá se convirtió en ello) . No me sentía culpable, porque ya había leído los monólogos del Marqués de Sade desde hacía más de un año. Así que la culpa y el arrepentimiento eran parte del pasado.

A veces, me sentaba solo a ver a la gente apresurarse a su trabajo, o hacia alguna cita sexual como si no estuvieran todos los demás ahí. Seguían su camino rápido abriéndose paso entre los huecos de la multitud para llegar primero. Y yo, solo los observaba. Algunos eran muy atractivos, otros parecían tontos, y la gran mayoría no poseía ni el más mínimo rastro de alegría en su semblante.

Fue en ese lugar, mientras cavilaba en mis pensamientos. Cuando por fin me aseguré del sinsentido de mis sueños. De mi vida. De mis años y mis miedos. No podía seguir pensando que seguir por ese camino me iba a llevar a algún lado.

Me entristecí por un momento, pero unos minutos después descubrí lo placentero que era saberse inútil. Me estaba quitando el peso de la felicidad de encima. De la sonrisa forzada. Del optimismo pendejo de la mañana. Y de los domingos tristes. Ahora la tristeza era mi nueva felicidad.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Mis lugares favoritos para andar de pingo en la CDMX

Una de las cosas por las que quería ir a la Ciudad de México, sin duda fue por los hombres. La cantidad de gente que alberga Sin City hace que las posibilidades de encontrar personas que te atraigan se aumenten. No solo eso, el estilo de vida propicia que sean más abiertos (en todos los sentidos) a prácticas que acá en provincia simplemente ni se hablan. Y no estoy hablando de cosas como el fisting, pissing, o BDSM; sino de algo tan tradicional entre los putos como el cruising. Y digo que es tradicional, porque esta práctica no es nueva; de hecho, fue nuestra única forma de vincularnos con otros desde hace mucho, cuando no existían lo que se denomina espacios de homosociabilidad. De eso habla un poco José Joaquin Blanco en ojos que da pánico soñar en 1979 (eso fue hace cuarenta y un años). Pero en este post no hablaré sobre prácticas ancestrales de nuestra cultura gay sino de los lugares que fui a visitar y recomiendo ampliamente para andar de cachondo. La lista no tiene...

De las veces que uno dice adiós

La sensación de decirle adiós a algo o alguien que ha sido valioso para tu vida es similar al vacío. El vacío en sí no es bueno ni malo, depende de nuestra interpretación. Es bueno cuando nos da la oportunidad de tener espacio para poner ahí algo más lindo, mejor, más funcional, más valioso. Malo cuando eso a lo que le has dicho adiós no puede ser reemplazado. En cualquiera de los casos, es el paso del tiempo el que nos dirá hacia donde se inclina la balanza. Decir adiós es aceptar esta incertidumbre. Pero el hecho de aceptar, no te hace dejar de tener la sensación de ir hacia abajo en una rueda de la fortuna por primera vez. A veces dicen que decir adiós duele. Yo creo que no es por el adiós, sino por la imposibilidad de recuperar lo que tú eras en el pasado. Porque ahora ya eres otro. Esa relación, ese trabajo, esa experiencia te ha cambiado, y aunque regresara a tu vida no sería lo mismo que fue. Duele porque vas a extrañar ser así de pleno, feliz o simplemente estar cómodo. ...

A un año de fotografiar la escena drag en la vida nocturna de San Luis Potosí

Hace un año, comencé a fotografiar la vida nocturna y el movimiento drag en esta ciudad. Gracias a la experiencia que eso me ha traído, he podido conocer artistas increíbles, de ver performances espectaculares, y ser testigo de su crecimiento. Para mucha gente mi trabajo puede quedarse en eso: tomar fotos. Pero para mí, se trata de congelar el tiempo que quisiera que fuera eterno; ese segundo cuando la gente se olvida de su trabajo, de la política, de las críticas, de los miedos y decide ser libre, bajo el manto que solo la noche y la complicidad de otros ofrece. Es guardar los momentos que jamás se repetirán, cuando nosotros, que ahora somos jóvenes nos hayamos convertido en viejos; veremos como un recuerdo del momento en el que decidimos ser libres, inspirar a otrxs a serlo y ser valientes, en una sociedad que creíamos cerrada; pero que poco a poco se ha ido abriendo a la experiencia que ofrece la otredad que significamos. Fotografiar por un año es un trabajo de archivo histórico, es...