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Mostrando las entradas de febrero, 2019

Mexicano, chingón y puto

Tenemos que jotear a lo macho. Expandir y contagiar con literatura homosexual a los machitos mexicanos.  No se trata de escondernos, se trata de gritar nuestro sentimiento. No importa si lo haces con voz hormonizada, con voz de varón del Norte o con voz que parece de una mujer biológica. Que nuestras diferencias no nos separen, suficiente tenemos en la elección de cama para que todavía en las letras nos rechacemos por ser obvias, feas, gordas, afemanidas, mariconas, o al cont rario; por parecer un cholo, un chacal, por ser pobre, por no parecer lo que somos. Gritémosle fuere al mundo que somos jotos y que somos muchos, y que estamos orgullosos de serlo. Y que su heterolandia nos las pasamos por los huevos y nos lo metemos en el culo y sentimos rico. Y nos vale verga que se ofendan, porque la diferencia que han marcado por años, ahora es nuestra bandera del orgullo. Con el águila cogiéndose a la serpiente. Y revolcándonos con masiosare, el extraño enemigo extranjero que te encuentra...

Declaración de culpabilidad

Estoy condenado, junto con ustedes. Me echaron a la misma bolsa que a los adversarios. Soy de ustedes, no de ellos. Me congelé en cuanto lo supe. Más bien cuando me aseguré que no había marcha atrás. Estaba condenado al abismo. Al hedonismo, al nihilismo negativo. Al placer del que conoce el sinsentido que es la vida. Intenté con terapia. De verdad me esforcé por ser como ellos. Una persona saludable mentalemente, que controla sus emociones. Que trabaja de nueve a cinco y que come en dos horas predispuestas aunque no tenga hambre, o aunque su metabolismo no le pida alimento. Que toma café orgánico con leche deslactosada light por las mañanas. Que los fines de semana sale de fiesta y el domingo se dedica a visitar a su abuela o a ir a misa, o cualquier otra de las cosas que signifiquen no pensar en el domingo, en la vida, en la muerte o en el argumento de su existencia. Intenté ir a terapia como un grito desesperado por no volverme loco. Pero en cuanto mi terapeuta comenzó a ha...