Tenemos que jotear a lo macho. Expandir y contagiar con literatura homosexual a los machitos mexicanos. No se trata de escondernos, se trata de gritar nuestro sentimiento. No importa si lo haces con voz hormonizada, con voz de varón del Norte o con voz que parece de una mujer biológica. Que nuestras diferencias no nos separen, suficiente tenemos en la elección de cama para que todavía en las letras nos rechacemos por ser obvias, feas, gordas, afemanidas, mariconas, o al cont rario; por parecer un cholo, un chacal, por ser pobre, por no parecer lo que somos. Gritémosle fuere al mundo que somos jotos y que somos muchos, y que estamos orgullosos de serlo. Y que su heterolandia nos las pasamos por los huevos y nos lo metemos en el culo y sentimos rico. Y nos vale verga que se ofendan, porque la diferencia que han marcado por años, ahora es nuestra bandera del orgullo. Con el águila cogiéndose a la serpiente. Y revolcándonos con masiosare, el extraño enemigo extranjero que te encuentra...